Vírgenes Medievales Hispánicas

6. Los símbolos

6.5. La flor

La flor es el segundo objeto más portado por María, después de la esfera, aunque a mucha distancia de esta. Se mantuvo durante dos siglos como uno de los objetos más portados por ella, pero siempre a distancia de la esfera. Es muy habitual en Navarra y La Rioja aunque, puede hallarse por todo el territorio con imaginería medieval. Se trata siempre de una flor, no de un ramo de flores -el ramo es muy inusual y responde siempre a incorporaciones recientes-No obstante, esta florescencia única se presenta en variadas formas.

Se trata, por lo general, de una flor de tallo muy grueso, que, aunque el hecho pudiera responder a exigencias técnicas escultóricas, es sujetada con la mano de una manera inusual; como nadie sujetaría una flor. Son florescencias hermosas y variadas. Algunas de las imágenes parecen estar sujetando algún tipo de hongo o florescencia sin pétalos. Podría, incluso, tratarse de plantas de la familia de las plantas alucinógenas, que podrían hacernos pensar en algún rito ancestral que trasciende lo material. Podemos ver estas formas en imágenes como la Virgen de Orduña en Cantabria o la imagen de Rodellar, actualmente en el museo de Huesca. Aunque desde la perspectiva actual parezca extraña, la flor como alucinógeno no debería desestimarse a la ligera: todas las creencias mágicas y espiritistas han empleado estas sustancias como una manera de entrar en contacto con realidades “alternativas”. Es posible que, en un cristianismo primigenio que ahora nos resulta ajeno, existieran algunos ritos basados en una cierta pérdida de consciencia o estados alterados de ella que, con el tiempo, la iglesia recondujo y eliminó como no deseadas. En este sentido, podríamos citar la tradición de elaboración de licores de alta graduación que, sorprendentemente, tienen muchos monasterios benedictinos. Podría tratarse de un aspecto suavizado de prácticas más ancestrales".

Por otra parte, la biblia no cita cual es el fruto prohibido y algunas pinturas son explícitas respecto a la propuesta, como en los frescos de la capilla de Plaincourault, indre, Francia, con un enormes hongos llenos de su "frutos", las setas.

En el ámbito de la flor no podemos pasar por alto la representación de la flor de lis, sobre la que Diana Olivares Martínez nos recuerda que " En la Antigüedad clásica, la belleza de esta flor se asoció con Hera-Juno y Afrodita-Venus, unas vertientes que se unieron en la flor de lis medieval, que acogió tanto el carácter virginal, como el de fecunda y soberana."

Y más adelante concreta con respecto a María: " el contenido cristológico inicial se desplazó hacia la simbología mariana, relacionada con el culto a la Virgen desarrollado a partir del siglo XII. Desde entonces, la azucena se presentaba como símbolo de pureza y virginidad, y la flor de lis comenzó a aparecer en sellos capitulares y monedas acuñadas por obispos cuya catedral estaba dedicada a Santa María.

Recordemos aquí que la flor de Lis estaba entre la emblemática de la dinastia capeta reinante en Francia con lo cual la vuelta al mundo franco aparece de nuevo. Sin embargo hay que insistir que la flor de lis no es característica en la imaginería más antígua sinó de la ya entrado el siglo XII y, en general, como imagen de cabecera de cetro que la vincula , otra vez más, a la imagen de poder, a la semejanza real.

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