3. Las primeras imágenes

Un firme apoyo para la datación de imágenes son las coincidencias que guardan con el tratamiento escultórico de grandes grupos de producción conocidos. Peo incluso entonces tenemos dudas. Sabemos, por ejemplo, que la misteriosa estatua de la figura de Fides de Conques (abajo: imagen 2a izquierda)es de inicios del siglo X; lo sabemos porque las crónicas narran que fue un regalo al rey franco Boso por sus correligionarios carolingios, y el dato la sitúa en esa fecha concreta. Si esa imagen se asemeja en su técnica, por el fino trabajo de orfebrería y materialmente por sus componentes, oro y determinadas joyas, a ciertas imágenes marianas hispánicas, como la Virgen de la Vega de Salamanca (abajo: imagen izquierda) o la de los Husillos de Palencia (abajo: imagen centro), tendremos la tentación de considerarlas contemporáneas al tesoro carolingio. Pero topamos, de nuevo, con la datación de los expertos, que aseguran que no hay imágenes marianas anteriores al siglo X en la Península.

Los hechos históricos también pueden ayudar a fechar imágenes. Por ejemplo, cuando se construyó la catedral románica de Clermont Ferrand, se encargó una imagen de María de bulto redondo para su interior. Un dato tan concreto asociado a una construcción conocida nos sitúa la talla de Clermont Ferrand (hoy desaparecida) en torno al año 946. A su vez, el hecho de que se encargara la escultura para una catedral nos confirma la importancia de la veneración de las imágenes marianas y la posibilidad que esta se trabajara en algún taller relacionado con la construcción de la misma. Si hubo un encargo, es que la imagen mariana ya era importante en territorio franco en el siglo X. Y, si es así, posiblemente también lo fuera en una zona de tanta influencia franca como “la marca hispánica”, en la Península.

Volvamos ahora a la Virgen de Irache (abajo: imagen derecha), con la que abríamos la sección, que habríamos fechado en torno al 910 según el texto histórico. Su velo está modelado en un extraordinario recogido posterior. Es un recogido de clara estética francesa y, aunando ideas, nos preguntamos si realmente no existía una semejante en el momento en que se referencia en el texto histórico -en el 910- y solo la actual es del siglo XII. Quizá deberíamos conceder cierta verosimilitud a tantas tradiciones que sitúan las imágenes casi un siglo antes de lo que se admite habitualmente.